Todo será recuerdo mientras viva
y más de una generación te sembrará de flores,
porque debes estar segura
que estaremos a tu lado.
plantados como los árboles que respetó el terremoto – Réquiem a una ciudad muerta
Managua, diciembre 23 de 1972, son las cero horas con 35 minutos, así lo marca el reloj de la vieja y derrumbada catedral, 400 mil managüenses duermen, cerca de 19,320 ya no despertarán, 20 mil más llevarán por siempre las heridas de 30 segundos de un sacudión interminable, seguido por dos réplicas de magnitud 5.0 y 5.2 a la 01:18 y 01:20 a. m.
Diciembre 23 de 1972, muchos perdieron la vida, muchos perdieron la inocencia de la navidad, el Xolotlán a su novia bonita.
No se puede decir más, a través de los años la misma historia se ha contado una y otra vez, aunque cada vez menos, y poco a poco desvanece en la memoria de aquellos que sobrevivieron para contarla.
Los que aún recuerdan, eran chavalos y jóvenes en ese tiempo, pues adultos de esa época van quedando pocos y las nuevas generaciones talvez por voluntad inconsciente, talvez por falta de interés histórico o talvez para cerrar una vieja cicatriz que ya no es visible en el nuevo casco urbano de managua, han ido olvidando
Ahora Managua emerge como una hermosa muchacha, “Managua linda Managua, limpia bonita y serrana con olor a trigo nuevo… Linda graciosa y coqueta chavala alcahueta de mis ilusiones…” eterna novia del Xolotlán, quien la vio crecer y con dolor la vio desquebrajarse en una noche decembrina y ver su cintura rodeada de alambres de púas en vez de enaguas en los meses posteriores y contemplar las ruinas, el fuego, las tinieblas, la sed, el hambre, el saqueo y el caos subsiguiente a tragedia tan brutal que marco toda una generación para siempre
Ante la necesidad de anestesiar el dolor por siempre, fue necesario convertirlo en prosa, canción y poesía, y por muchos años los managüenses de entonces reprimieron el dolor en los versos de Réquiem a una Ciudad Muerta, escrita por Pedro Rafael Gutiérrez, redactor, columnista, editor y director de diarios, quien mágicamente en su prosa periodística pudiera plasmar el sentir y el dolor de cada managüense que vivió tal horror. Hay que destacar la narración de Fabio Gadea Mantilla; actor de radio, periodista radial, escritor y político nicaragüense, con su voz grave y timbrar hizo de ello un llanto por aquella ciudad de la cual va quedando poca.
Solo los sobrevivientes del terremoto de managua del 1972, pueden estremecerse hasta los tuétanos y aún derramar una tímida lagrima al escuchar una vez más, Réquiem a una Ciudad Muerta.
Al cumplirse 50 años de la tragedia, enfocamos algunos versos de Réquiem a una Ciudad Muerta, que plasman y denotan el dolor vivido de una manera única, no hay nada que pueda captar el dolor y el sufrimiento de una ciudad como Réquiem a una Ciudad Muerta
NO SÉ que pueda yo decir sobre tus escombros que no esté dicho por las alambradas que te hacen sangrar por los costados. Llena la piel de polvo y de sangre; la víspera de la Nochebuena se perdieron las cartas que todos los niños habían mandado al Niño Dios. SOLAMENTE los sismógrafos conocen tu intimidad, mi linda ciudad, ahora vuelta al polvo, pobre cadáver de todos mis amores… …Todos los que decíamos de ti que eras una mugre de ciudad, y que ahora te velamos sin abandonarte, tenemos derecho a llorar por lo felices que fuimos contigo… … Todo será recuerdo mientras viva y más de una generación te sembrará de flores, porque debes estar segura que estaremos a tu lado, plantados como los árboles que respetó el terremoto …ABRE tu corazón que a ti convergen todos los desvelos para que se ponga de nuevo a la entrada de la ciudad un nuevo rótulo que ubique tu población y tu esperanza… … y caerán las alambradas para que podamos recorrer tu cuerpo, acariciándote besando cada pulgada hasta llegar al rótulo donde habremos de leer AQUI FUE MANAGUA
Managua – terremoto de 1972 – Multimedia
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